No hay relato neutral. Lo dijo una vez alguien que ya no recuerdo. Quizás fue Katia, la hija de Ramón Acín, que se aferraba a su cuaderno mientras las bombas caían sobre Huesca. Dibujaba una paloma. Dijo: “Mi padre compró libertad con su arte, y le dispararon por ello”. Tenía diez años. Luego escribió poesía clandestina en París.

(Fragmento de archivo encontrado en una cápsula del tiempo enterrada en Hiroshima. Año 2090.)

6 de agosto de 1936

A Ramón le fusilaron por financiar un documental. A Concha Monrás, su mujer, poco después. A sus hijas, Katia y Sol, las dejaron vivas, como si eso fuera un acto de piedad. Ellas crecieron, se convirtieron en artistas y en referentes. Sabemos que no fueron solo un eco.

6 de agosto de 1945

A las 8:15 am, Shinji, un pintor japonés, estaba terminando un mural en una escuela primaria. Pintaba peces voladores. La bomba interrumpió la lección de arte y el tiempo. Dicen que su sombra quedó tatuada en la pared. Años después, su nieto creó instalaciones en Tokio hechas con ceniza y papel de arroz. Se titulaban: “El silencio no es paz”.

6 de agosto de 2025

Nour Al-Qassem, periodista y performer en Gaza, murió transmitiendo en vivo. Se leía en su camiseta: “La cámara es mi cuerpo”. Su archivo desapareció con el corte eléctrico. Su hermana reconstruyó los fotogramas con testimonios de niños refugiados. Hoy, su rostro aparece proyectado en la Bienal de Berlín. La obra se llama: “Intermitencias de una flor bajo fuego”.

La historia no la cuentan solo l@s que sobreviven. Además, ¿y si las historias se cruzan?

En algún punto en el tiempo (2026 o quizás nunca), una nieta de Acín, un bisnieto de Shinji y la hermana de Nour se encuentran en un espacio ficticio: el Memorial del Día 6, en Toledo. El museo tiene tres salas: una blanca, una roja, una de ceniza.

—¿Y si nuestros muertos hablaran entre sí? —dice la hermana de Nour.

—Ya lo hacen —responde la nieta de Acín, señalando un mural donde Ramón, Shinji y Nour comparten una comida imposible.

La escena es absurda: sopa de tinta china, pan de papel reciclado, vino de lágrimas almacenadas. Hablan sin boca, lloran sin ojos. Se escuchan risas. Pero ¿quién ríe?

“Esto no es un memorial”, dice el cartel a la entrada. “Es una advertencia”.

Metarrelato: Yo, autor de este texto, no sé si alguien de verdad existió. Solo ensamblé fragmentos: una fecha, un fusilamiento, una bomba, una transmisión en directo. Lo demás son costuras. Pero si has leído hasta aquí, lector, tú también llevas algo de ell@s contigo. Y eso te vuelve cómplice.

Final:

Una voz en off recita:

“Todo lo que fue arde en presente. Cada seis de agosto, el mundo decide si recuerda… o repite”.

¿Y tú, qué harás el próximo seis?