Su percepción de la vida

Hace tiempo mi amigo Antonio me contó la historia de un conocido. Ese conocido era tan cercano a Antonio que le llegó a contar aspectos muy íntimos de su vida; como que durante toda su vida huyó como de la peste de la gente que consideraba aprovechada, necia e insegura. Poco a poco ese conocido fue perdiendo su memoria y, con el tiempo, con mucho tiempo, cambió su propia percepción de la vida y de las personas. Me dijo Antonio que su conocido reconoció haberse convertido en una persona más compasiva, especialmente consigo mismo, al darse cuenta de que de lo que huía realmente, era de su propia desfachatez, necedad e inseguridad. Aquel conocido dijo que encontró una carta escrita a si mismo en un cajón interior, que le indicaba que la forma de sentir el tiempo, el amor y la realización, dependía de un engranaje interno de su «cerezón».

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No happy end

Se inventó un cuento coral protagonizado por la gran Almudena Grandes, Italo Calvino, Carmen Martín Gaite, Jorge Luis Borges, Ana María Matute, Philip Roth, Sara Mesa, John Irving, Belén Gopegui y un tal Paul Auster. Aunque también aparecía una pareja de argentinos enamorados.

En una extensión de páginas colosal desarrolló un experimento de laboratorio literario con diferentes y alternativas vidas y formas de entrelazar a estos mismos personajes. Historias profundas y sinceras, donde predominaban personajes que escuchaban, que observaban y que preferían comunicar a través de pequeños relatos. Personas solitarias que contaban historias, pero no contaban todo.

En todas esas posibles vidas además había algunos elementos comunes: un día en el que los protagonistas soñaron morir y otro en el que vieron morir a alguien.

Esas posibles vidas siempre acababan de la misma manera: el mismo final, pero no un happy end.

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Nuevos viejos cuentos

Cuento sobre un viaje en espiral que acaba en el mismo lugar (de inicio)

Cuento sobre la irrelevancia (no me sale la palabra) 

Cuento sobre lo que pudo ser y no fue (aún antes de que pasasen más cosas que (no) pudieron ser).  Ese viejo cuento, tan viejo@ (y no tan viejo)

Cuento que cuenta lo que cuentan los que cuentan

Cuento sobre tantas cosas que no valen la pena 

Cuento sobre un viaje y sobre el/la caminante parad@ al borde del camino, contemplando semitumbad@ el devenir de otra tarde…de otra parte (de su vida)

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Ese silencio solitario

Dicen que las cosas más importantes están desapareciendo y que ya nadie escucha (ni lee) las palabras.

Y me doy cuenta de que cada uno carga (encima) con una o varias penas, al menos con su propia pena.

Volví a preguntarle si era feliz y ella al principio no me respondió, o no me supo responder.

Ella me preguntaba cómo se podría hacer cambiar ese silencio solitario.

Y discutimos si quizás ese silencio estaría también incrustado en otras (en todas las) posibles vidas alternativas. (¿El maestro Auster quizás también enfermo en todas ellas?)

Yo le sugería que en todas esas vidas alternativas ella sería similar, una mujer fuerte y vital. Y que por eso, cualquier elección sería correcta.

Ella finalmente me contó que la escritura no le daba la felicidad. Pero que a veces era feliz mientras escribía.

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Líderes solitarios

Fue uno de los líderes, cabecilla de la revolución. Creía (o creían que creía) en la equidad y la igualdad.

Su conexión con el poder fue clara.

Tiempo después murió en la soledad, rodeado tan solo por un diminuto destacamento, en su casa en ciudad de Bogotá

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Nada nos llevaremos

Algo cambió cuando se dio cuenta de que el cambio es un pequeño ojo que mira de forma diferente el corazón de esas cosas. Una cosa como esa cebolla de “cambio y no cambio” en la que la vida se iba y venía…

Ese ojo veía, por ejemplo, que para conocer otras realidades había que salir (“Vamos a comer a donde Veto que nos hizo Guacamole”)

Y para qué querer más si tenemos todo ya. Para qué, si ya después nada nos llevaremos.

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Pequeños detalles y rumbos

Cómo puede depender tanto la vida de pequeños detalles y de factores ajenos, de factores extraños, de factores que un@ no controla.

La vida está hecha de pequeños detalles, y un mismo detalle es visto por algun@s color rojo, por otr@s color verde y por otros, color amarillo.

Eso supone tanto. Pero es la vida. Es saber cuándo poner tus esperanzas en manos de otr@s. A veces el problema es ponerte en las manos equivocadas. La equivocación debería ser parte de nuestra vida. Pero cuanto duele…

Algunos esperan a ser llamados y responder a una llamada. Otros ven una amenaza en cualquier viento, insinuación, palabra, cosa. Ven una razón para no ser.

No hay muchos opciones o rumbos, aparte del camino de esperar lo inesperado. Ese parece el destino. Navegar buscando, pero sin un rumbo fijo.

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Amor escapista

Una actriz de los años 30, Amanda Abanderado, se separó de su primer esposo (otro actor) y se casó con un mago escapista.

Justo un mes después de su boda, el mago no consiguió escapar y quedó medio muerto y, tras ésta su última escapada, finalmente, paralitico.  

El mago le ofreció a Amanda la posibilidad de divorciarse.

Pero Amanda decidió no abandonarle. Y asi siguieron hasta el final de sus tiempos.

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El comienzo de todo

Fue una pequeña victoria, pero mejor que nada

Consiguió soñar un día mejor, con sol a pesar de la niebla y del frío

Y eso fue el comienzo del cambio, el comienzo de todo

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Poseer

Buscando entre sus archivos encontró una grabación

Extrañamente no se acordaba de cuándo la había hecho

Se puso a escucharla:

“…En la vida hay que evitar:

Poseer

Poseer, ser poseído, temer no ser querido y la envidia

Pero todo es una misma cosa,todo quizás se centra en torno a nuestro afán de poseer…”

Trató de recordar cuando encontró su salvación, o lo que pensó que sería su salvación o lo que pensó que sería suficiente para salvarse. Pero más tarde, quizás demasiado tarde, comprendió que sólo él podía salvarse a sí mismo, nadie más.

Trató de recordar de nuevo el origen de la grabación, no pudo, al tiempo que se acordó de que tenía que resolver un problema con el seguro, miró antes su WhatsApp, cerró el video…Hasta el olvido…

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