En una lluviosa tarde de noviembre, Alberto, un detective privado de Madrid, se encontraba en su oficina, rodeado de archivos y recuerdos de una vida que parecía desmoronarse. Su matrimonio con Ana había terminado hacía dos años, y sus hijos, Gonzalo y David, vivían con ella en Barcelona. La soledad y el trabajo eran sus únicos compañeros. Ana se había cansado de que Alberto estuviera casado con su trabajo, una obsesión que lo alejaba cada vez más de su familia.
Ese día, casi al tiempo de cerrar su jornada, recibió un caso que lo llevaría a recorrer Madrid, Barcelona, Oxford y Nueva York. Una mujer llamada Laura Requena había desaparecido misteriosamente, y su familia estaba desesperada por encontrarla. Laura estaba investigando una antigua sociedad secreta como parte de su tesis doctoral, supervisada por tutores de tres prestigiosas universidades: la Universidad de Barcelona, Oxford y Columbia en Nueva York. Alberto aceptó el caso, sintiendo que esta búsqueda podría darle un propósito más allá de sus propios demonios.
Ya desde los primeros dias, en Madrid, Alberto descubrió que Laura había estado investigando una antigua sociedad secreta. Sus pasos lo llevaron a Barcelona, donde encontró pistas en la biblioteca de la Universidad. Allí, recordó los días felices con Ana y sus hijos, pero no podía permitirse el lujo de la nostalgia. Las calles de Barcelona, con su bullicio y aroma a mar, le recordaban lo que había perdido.
En Oxford, Alberto se sumergió en los archivos de la universidad, descubriendo conexiones entre la sociedad secreta y una serie de desapariciones similares. La investigación lo llevó a la Universidad de Columbia en Nueva York, donde la ciudad vibrante y caótica reflejaba su propio estado interno.
En cada ciudad, Alberto se enfrentaba a sus propios demonios. En Madrid, la soledad y el fracaso. En Barcelona, la pérdida de su familia. En Oxford, la duda sobre su capacidad para resolver el caso. Y en Nueva York, la desesperación de no encontrar respuestas.


