Y ni siquiera vi por donde se fue, simplemente la perdí de vista, simplemente cogió y se marchó. Todo empezó unas horas antes, cuando le dije esa frase atribuida a Leonardo da Vinci que yo me había anotado en el cuaderno para estas ocasiones:
– “La simplicidad es la sofisticación suprema”, luego, le dije yo, la simplicidad brilla por su ausencia en ti.
A lo que ella me respondi
ó con lo que dijo que era una frase de Coco Chanel :
-“La simplicidad es la clave de la verdadera elegancia”, luego, efectivamente no hay por dónde coger tu simplicidad.
Y mi contra ataque no se hizo esperar, y fue con esa célebre frase de uno de mis grandes héroes, Bruce Lee:
-“La simplicidad es la clave de la brillantez”, ergo tu eres tirando a mate…
Y en este punto ella, que ya no podía contener su furor, me soltó su artillería pesada, con aquella frase de Walt Whitman:
–“La simplicidad es la gloria de la expresión”, y así está confirmada tu incapacidad para comunicarse propiamente.
Y hasta aquí podíamos haber llegado, ella podía cuestionar mi elegancia, que nunca me importó, pero ella sabía que esa frase de Whitman tocaba de lleno mi línea de flotación, mi ego de artista de medio pelo. Es por ello que mi respuesta fue inmediata:
-“La verdad siempre se haya en la simplicidad no en la multiplicidad y en la confusión de las cosas”, así que mejor que te dediques a otra cosa mariposa, y de paso te busques a otra que te aguante, maja…
Y ni siquiera vi por donde se fue, simplemente la perdí de vista, simplemente cogió y se marchó.