Amy Michael Homes (Washington D.C., 18 de diciembre de 1961) es una escritora estadounidense que firma sus novelas como A.M. Homes.
Homes fue entregada en adopción por su madre biológica, «que mantenía una relación con un hombre mucho mayor, casado y con hijos». Estudió en el Sarah Lawrence College, donde obtuvo su título de bachiller en artes en 1985, y en el taller de escritores de la Universidad de Iowa, en la que se diplomó de magíster.
Su primera novela, Jack, apareció en 1989 y fue bien recibida por la crítica; al año siguiente publicó la recolección de cuentos The Safety of Objects (La seguridad de los objetos). A estos libros le han seguido novelas, relatos y ensayos, a veces acompañados de escándalo, como sucedió con El fin de Alice (1996). Esta novela, que tiene como protagonista al pedófilo Chappy, provocó un revuelo a ambos lados del Atlántico, pero especialmente en Gran Bretaña donde fue prohibida en la tiendas W.H. Smith, atacada por algunos críticos y alabada por A.L. Kennedy, Elizabeth Young y otros.
Sobre su escritura, ha dicho (después de haber escritor El fin de Alice): «‘The End of Alice’ fue mi cuarto libro y, pese a que hay mucho sexo en él, es una novela sobre ideas, sobre cultura, moral y sexualidad. No me interesa ser portavoz de nada. Me interesa escribir obras de ficción que planteen interrogantes, que provoquen polémica. Creo que la tarea de la literatura -del arte en general- es generar obras que estimulen a la gente a observarse a sí misma y al mundo en que vivimos más de cerca o, quizá, desde otro punto de vista».
Tiene a su haber numerosos galardones (las becas Guggenheim, National Endowment for the Arts, NYFA, Cullman Center for Scholars and Writers at The New York Public Library; los premios Benjamin Franklin y Deutscher Jugendliteraturpreis) y ha sido traducida a 18 idiomas.
Escribe en Art Forum, Harper’s, Granta, McSweeney’s, The New Yorker, The New York Times, Zoetrope; también colabora en Vanity Fair, Bomb y Blind Spot.
AM Homes en El mundo se ha vuelto demasiado fascinante para poder escribir” disecciona una Norteamérica “en plena crisis de mediana edad” contemporánea en ‘Días temibles’, su última y volcánica antología de relatos.
“Envejecer es complicado”, confiesa, “el mundo se vuelve cada vez más raro”. Y en unos tiempos como los que vivimos, incluso intenta mantenerte lejos del teclado. “Por primera vez en mi vida me está costando horrores escribir. Lo intento, pero no hay manera. La pulsión de estar conectada todo el tiempo a lo que está pasando ahí fuera está haciendo que incluso deje de leer. El mundo se ha vuelto demasiado fascinante. Y necesito que sea aburrido para poder escribir. Me pregunto qué clase de libros escribiremos en el futuro y si los escribiremos”, dice. También dice que los escritores tienen un único tema, al que no dejan de darle vueltas, hasta que logran resolverlo. Como quien resuelve un rompecabezas. Que a veces no lo hacen nunca. ¿Cuál es el suyo? “La familia, claro, y cuestión moral, cuál es nuestra responsabilidad respecto a los demás, qué es este mundo en el que vivimos, y por qué estamos siempre fuera de lugar, hagamos lo que hagamos”.