
A quien le interese:
Yo, Aristófanes, autor de comedias memorables que nadie cita en las bodas, confieso que amé a Aspasia. Y no como se ama una estatua. Sino como se admira un terremoto: con miedo, deseo y el estómago encogido.
Diálogo con Aspasia (o lo que recuerdo de él)
“¿Y tú qué haces además de burlarte de los demás?”, me dijo. No sé si lo dijo de verdad. En mi memoria suena así. Yo tenía un chiste preparado sobre Sócrates con túnica corta, pero me lo tragué como todo lo valioso que nunca dije.
Ella hablaba. Yo escribía. A veces para alabarla. A veces para herirla. Eso no me absuelve: los comediantes también usamos el escenario como espejo y cuchillo.
Mi hijo me pregunta si soy feliz
Me pidió que puntuara mi felicidad del 1 al 10. Le dije que 7. Mentí. No por orgullo, sino por cansancio. Y porque él cree que soy filósofo. No se entera de que la gente como yo no llega al podio, sólo a las notas al pie.
Paralelismos que no sé si soñé
En Uganda, un humorista local (llamémoslo Mutaasa) hace sketches ridiculizando a la activista Nakiya. Él está enamorado. Ella lo sabe. No se hablan.
En Bolivia, un cronista decadente satiriza a una periodista que lidera protestas. Termina como youtuber reaccionario con cuatro views y un TikTok viral. Nadie lo respeta. Él tampoco.
Lista que encontré en un papiro imaginario
Cinco razones por las que no fui filósofo:
- Reí cuando debía callar.
- Callé cuando debí abrazarla.
- Escribí para ser recordado.
- Ahora escribo para no olvidar.
- Más vale tener paz que tener razón (pero qué difícil es).
Sobre Plutarco y otros Salieris
Plutarco me odiaba más de lo que yo me odiaba a mí. Él quería ser moralista eterno, yo sólo reírme de los eternos. Dijo que Aspasia era una ramera de lujo. Claro, como Atenas era una república: sólo en el mármol de las inscripciones.
Epílogo en forma de disonancia
Aspasia fue más filósofa que Pericles. Y yo, más patético que Sócrates, pero menos condenado. Eso me salva. O me borra.
Hay días en que creo que ella me quiso un poco. Luego recuerdo que eso no importa. Importa que pude escribir sobre ella. Aunque me fallaran las palabras, las decisiones, los siglos. Aunque ahora sólo un loco como Ignatius Farray me entienda.
