
[Correo no enviado de Clara a Blanca]
Selva del Darién, 22:11h
Blanca,
Hoy un hombre me preguntó si sabía cuánto costaba mi silencio. No supe responderle. Estaba en una reunión de ONG donde nadie escuchaba. Me vi escribiendo «Clara sin KPI» en la palma, como si así pudiera recordarme que alguna vez fui otra cosa.
¿Sabes, Blanca? A veces siento que tu voz sobre mis palabras es como una sábana blanca que cubre algo que nunca se va a usar.
¿Nos escribimos para entendernos o para no olvidarnos?
[Página arrancada del cuaderno azul de Blanca]
Madrid, 02:48h
Anoche soñé que nadaba en una piscina llena de tierra roja. Te veía al fondo, Clara, recogiendo sobres sin remitente. ¿Te conté que a veces escribo solo para saber si aún tengo pulso?
No sé si es ayuda lo que te mando, o apenas ruido.
[Nota de voz transcrita por error de software]
Voz femenina. Ambigua. Tal vez Clara. Tal vez Blanca.
«Escribimos la misma frase, sin saberlo:
Ya no sé de qué lado del mundo me estoy despidiendo.«
[Comentario editorial – narrador anónimo]
He editado estas cartas durante semanas. No sé si alguna vez se cruzaron. Las fechas no coinciden. Las voces a veces se duplican, otras se borran. Quizás nunca existieron. Quizás soy yo quien las necesitaba.
[Epílogo – correo enviado pero no abierto]
Asunto: “¿Te llegó mi última carta?”
Destinatario: blanca.azul@correo.eu
Estado: No leído.
Clara espera. Blanca también.
Ambas llegarán a Madrid. Mismo congreso. Mismo café.
Y no tendrán nada que decirse.
