Blanca y los artefactos

Blanca nunca supo si escribía cuentos o si los cuentos la escribían a ella. Había heredado de su abuela una caja de lata con etiquetas oxidadas: Monólogo interior, Realismo mágico, Metaficción, Narrativa oral africana, Autoficción, Realismo sucio. Decían que eran artefactos literarios, como los que los filólogos inventan para disecar la literatura. Ella, en cambio, los trataba como juguetes peligrosos.

“Sí, porque escribir es pensar en voz alta, y pensar es hablar sin respirar”, se decía Blanca en un bucle de conciencia que recordaba demasiado a Molly Bloom, aunque ella nunca hubiera leído a Joyce entero (quién puede).

Ese fue el primer artefacto: el monólogo interior. Un espejo empañado donde cada palabra era una gota de vapor.

Luego probó con otro. En su libreta escribió: “Este cuento se sabe cuento, este párrafo se sabe truco”. Y el papel rió, porque la metaficción había llegado a contaminar la narración. Borges se asomó por el borde de la hoja y murmuró: “No lo firmes, ya está escrito en otra parte”.

El realismo mágico entró de puntillas: la cafetera de Blanca, cansada de tanto goteo, comenzó a contarle historias de guerras que nunca ocurrieron, de abuelos que nunca murieron, de ciudades fundadas en medio de la cocina. Nadie se sorprendió: en la literatura, lo imposible es rutina.

Después apareció Achebe, o su fantasma, recitando proverbios en voz baja. Blanca lo transcribió con el respeto de quien recoge semillas: la oralidad africana le enseñó que no se escribe para el lector futuro, sino para los que están alrededor del fuego, esperando.

Y como toda escritora contemporánea, Blanca tropezó con el artefacto más incómodo: la autoficción.

Escribió: “Blanca es escritora, pero tal vez Blanca soy yo y este blog es el disfraz barato que he encontrado para no hablar de mí”. La frase quedó colgada como ropa húmeda en un tendedero.

El realismo sucio llegó como un puñetazo: facturas impagas, ceniceros llenos, la piel grasienta de un gato que maullaba sin metáforas. Carver le guiñó un ojo desde una botella vacía.

—¿Y qué hago con todo esto? —preguntó Blanca, como si esperara respuesta de sus propios párrafos.

Antonio Orejudo le habría dicho: ríete de ti misma, conviértete en tu propio personaje ridículo.

Benaquista le habría susurrado: mezcla thriller con filosofía de bar, y hazlo divertido.

Reis (el menos citado, pero necesario) habría recordado: escribe como si siempre estuvieras a punto de desmontar la escena, que el narrador sea un prestidigitador cansado.

Blanca entendió que los artefactos literarios no eran teoría, sino artilugios de feria: espejos deformantes, trampas de humo, magias de bolsillo. Se podían combinar, encender, apagar, estropear. La literatura no era un templo, sino un taller mecánico lleno de piezas que chirrían.

El cuento termina aquí, pero el post no.

Porque si algo aprendió Blanca es que los relatos no cierran: se fugan hacia otros textos, contaminan otras épocas, viajan como virus.

Quizás este mismo post ya está escrito en otro blog, bajo otro nombre, con otra Blanca que nos sueña.

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About Carlos

Aunque crecí y trabajé en la gran ciudad, he vivido también en una zona rural en España y en Addis (Ethiopia). Me gusta dar paseos por el campo y la montaña. Disfruto con mi familia, con la lectura y cuando me dejo llego a escribir algo. Me gustan los escritores que escriben sobre escritores o sobre el proceso de escribir o de ser, como Paul Auster, Enrique Vila-Matas. Pero también paso buenos ratos con policiacos, sagas y comedias. Soy Doctor Ingeniero Agrónomo y Master en Evaluación y trabajo en temas relacionados metodologías de intervención en cooperación y desarrollo. He tenidos experiencias en cooperación internacional para el desarrollo a nivel ONGD , instituciones y organismos regionales, estatales y Universidades. He sido voluntario, investigador y consultor independiente en temas de desarrollo. He trabajado en temas relacionados con la evaluación de políticas de desarrollo para el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación en Madrid. He trabajado en temas de Evaluación, aprendizaje e investigación como freelance (independiente). He trabajado cuatro años para FAO en Ethiopía en refuerzo de espacios de coordinación, seguimiento y evaluación para la resiliencia…con PAHO/WHO y UNICEF América Latina reforzando capacidades en evaluación y aprendizaje Tengo otro blog igual de raro: Aprendiendo a Aprender para el Desarrollo (TripleAD) https://triplead.blog/
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