Segunda parte de Decisiones por etapas (parte I)
Cosas banales. Difícil de creer, pero nosotras llamábamos “cosas banales” a la literatura, que desde siempre nos gustó, junto a la escritura, que nos gustó pero practicamos poco. Y esta vez también, durante la conversación hablamos de literatura y, cómo no, de nuestra escritora preferida, Clarice Lispector, con su presentación de personalidades complejas, de halo misterioso y siempre en conflicto consigo mismas. Era nuestra preferida porque quizás las dos “éramos” Lispector, Lispector pero sin escribir o al menos sin escribir como Clarice Linspector, o sea nada de nada. Una de nuestras frases “lispectorianas” preferidas,“Escribo para librarme de la difícil carga de ser una persona”, y es que desde nuestra adolescencia, nuestra cargada persona nos perseguía de forma infructuosa para hacernos escribir.
Luego la conversación dio el clásico giro, pasando, esta vez sí, a la fase nostálgica que, de una forma o de otra, también se repetía desde nuestra adolescencia: “¿te das cuenta que en veinte años ya seremos viejas, pero viejas viejas?…Mira mi madre ahora”.
Luego me contó, y me volvió a repetir, cómo parece que estábamos afanados en pasar el tiempo “haciendo cosas” (los entrecomillados son de Paula con las manos), de lo difícil que era escribir en medio de todo este ruido, que no sabía bien si tenía sentido escribir una sola línea en medio de todo este caos, a lo que yo le respondí que si no habíamos escrito nada en mucho, en tanto tiempo, no era por nada más que por nosotras, que el ruido estaba en nuestra cabeza y no ahí fuera, que era un excusa para justificar nuestro bloqueo mental…
Continúa en Decisiones por etapas (parte III)
Pingback: Decisiones por etapas (parte I) | Algo debe cambiar para que todo cambie
Pingback: Decisiones por etapas (parte III) | Algo debe cambiar para que todo cambie