No estás aquí para rendir(te)

Una historia sin índice de rendimiento o desempeño, pero con un cuerpo y un alma que piden existir.

Esto no es un diario. Es un espacio seguro con tintes de vómito sin gramática, pero con sentido.

Clara, 3:17 a.m., cuaderno azul

I. Clara, la no siempre útil

Clara sabía que no lo había hecho todo tan bien.

Formación internacional, cooperación en zonas rojas, artículos leídos por nadie y deseada por todos los que sólo miraban su currículum, sin detenerse nunca a preguntarse quién era realmente (y durante mucho tiempo, ella también deseó ser querida por ese tipo de personas: las que brillaban en los eventos, las que sabían hablar de cambio con voz firme y sin pausas; hasta que entendió que muchas de ellas eran las menos capaces de ver o sostener lo que de verdad dolía).

Sus días eran una tabla de Excel emocional: proyectos, camas, países, KPI de empatía siempre en rojo.

Pero cada noche, el silencio se le deslizaba por los tobillos.

Apps de citas abiertas, documentos sin cerrar, un amor que siempre fue más trabajo que alivio.

 Puedes leer sobre aquella jornada en La Voz Clara, donde narra cómo abandonó la reunión en Etiopía;

y también en Claro defrauda, donde reflexiona sobre sentirse impostora en su propia vida.

Clara intuyó que ese vacío no se curaría desde la productividad.

II. Inés, el contraste

En un evento en Berlín, uno de esas conferencias que sirven más para el networking que para producir algo con un mínimo sentido y continuidad, conoció a Inés.

CEO de una startup de predicción humanitaria, uñas sin esmalte, mirada sin bordes.

Dormía sola.

No por trauma. Por eficiencia.

“La compasión es un residuo afectivo. Como el plástico.”

—Inés

Clara la admiró.

Y también supo que ya no quería ser esa mujer que calla para rendir.

Demasiado silencio acumulado para seguir optimizando.

Aquel diálogo con Inés marcó una inflexión.

Ella hablaba de ayuda sin implicación emocional, de liderazgo sin grietas.

Clara pensó en la jerarquía de la “participación” y la hipocresía vestida de buenismo.

Lo que antes le parecía admirable, ahora le sonaba hueco.

Puedes leer más sobre este dilema en el dossier de Repensar la ayuda.

III. Clara dibuja un círculo

Una noche, en vez de enviar el informe, Clara se sirvió un té.

Apagó el teléfono.

Tocó su vientre.

Dibujó dos círculos:

Uno era “Clara KPI”.

Otro era “Clara sin máscara”.

Entre ambos, el blanco.

Lo llamó el margen.

Esta grieta conceptual estaba ya en su mente desde Claro reflejo, una entrada donde explora su soledad interna y el término terminus.

Esa decisión ya había comenzado a brotar en ella mucho tiempo atrás, aunque entonces no supiera cómo nombrarla.

IV. Narrador disuelto

Quien escribe esto no es Clara.

Ni tú.

Ni yo.

Es una grieta.

La grieta entre dos formas de vivir:

Rendir // Rendir sin sentido ni dirección

Rendirse a los otros // Rendirse a la medida de los otros.

Todas agotan.

Algunas matan.

Sin darse cuenta, una acaba convertida en una zombi.

V. Inflexión: cacao ayuda a gesto mínimo

Una noche, Clara apaga el móvil.

No sube el informe. No sube su Performance Evaluation Report.

No responde al “¿nos vemos esta noche?”

Se prepara un chocolate.

Relee a Clarice Lispector y se da cuenta de que ha fallado en su reconocimiento de sí misma.

Lo había intentado.

Lo intenta.

Y fracasa en todas y cada una de las ocasiones.

Llora.

No lo postea.

VI. Inés desaparece

(como la pluma de Dumbo, pero Clara ya no se rinde)

Un mes después del evento en Berlín, Clara recibió una notificación silenciosa:

Inés la había borrado de su LinkedIn.

No hubo explicación.

Solo un hueco donde antes estaba su conexión.

Clara revisó el perfil de Inés:

Había una nueva asesora de proyectos. Más joven, más alineada con el lenguaje de impacto.

Una mujer que no escribía sobre el cuerpo ni hablaba de grietas.

Ahí comprendió:

Para Inés, ella no fue más que una coincidencia logística dentro de un enfoque de captura pesquera por networking aleatorio.

Una conversación en un cóctel.

Un contacto interesante en principio pero que luego estaba claro que no se alineabla ni rendiría en.

Y sin embargo, Clara había admirado a Inés.

La había observado con esa mezcla de deseo y reverencia que se reserva para los ídolos.

Porque Inés encarnaba todo lo que Clara creía necesitar: eficiencia emocional, certeza, límites.

Pero también encarnaba lo que Clara ya no podía sostener:

vivir sin grietas, sin pausa, sin margen.

Que Inés la borrara sin mirar atrás no fue un castigo, fue un espejo.

Uno donde Clara se vio por fin con claridad:

ella no quería optimizar su humanidad. Quería habitarla.

VII. Epílogo sin redención (pero con decisión)

Un año después, Clara no ha abandonado su pasión: sigue trabajando en cooperación internacional, pero ahora también da talleres de escritura en un centro para personas vulnerables.

No cobra mucho.

No escribe en inglés.

No tiene cuenta ni Teams corporativos.

A veces la ansiedad vuelve.

Pero ya no necesita narrarla en voz alta.

La respira.

La deja estar.

No la convierte en contenido.

No la convierte en KPI.

Ya no se presenta con logros.

Se presenta con presencia.

No fue una epifanía, como cuando Santiago se cayó del caballo.

No fue una ruptura dramática ni estructural.

Fue un goteo lento.

Una intuición que dejó de ser duda y se convirtió en voz baja:

“no quiero rendir para existir.”

Ese camino no estaba en ningún curso de liderazgo.

Ni en los programas de “impacto participativo colectivo” promovidos por estructuras jerárquicas que no aprenden, que no se cuestionan, y que terminan reforzando el individualismo y los silos que dicen combatir.

Ni en los manuales de bienestar organizacional, redactados por líderes que producen dolor personal y estructural con decisiones arbitrarias, sesgadas o no transparentes.

Estaba en el margen.

En la grieta.

En el espacio blanco entre lo que esperaba de sí y lo que ya no podía sostener.

En ese espacio encontró palabras sin filtro.

Historias ajenas que se parecían a la suya.

Brazos, manos, piernas, rodillas, espaldas, vientres con cicatrices.

Duelos sin trámites.

Desplazamientos sin burocracias.

Ahí, en ese grupo sin currículo, descubrió que no enseñar también era una forma de enseñar.

Que escribir sin publicarse también era escritura.

Que acompañar era más valioso que convencer.

Esa evolución interna resuena con el relato de camino personal que ya emergía en Caminos Encontrados, Caminos Entrelazados.

Fue ahí donde dejó de buscar redención.

Y empezó a practicar una forma de decisión.

No una decisión heroica.

Una decisión vivible.

Esa transición, lenta pero honesta, también se entrelaza con lo que se anticipaba en este texto,

como si esta narración fuera una respuesta diferida.

O tal vez, la enésima gota de otra Clara, el enésimo párrafo de otra Clara.

Una Clara que no se cayó del caballo, que no tuvo una epifanía,

sino que se fue construyendo en cada una de sus decisiones, acertadas o erróneas.

En cada uno de sus intentos, en cada una de sus victorias, en todos y cada uno de sus fracasos.

Vivir es seguir construyéndose.

Es resistir.

Es contarlo.

Y seguir queriendo probarlo.

VIII. Última línea del cuaderno azul

“No soy un KPI. Soy un cuerpo que escribe.”

Al final de la página, con otra tinta, una nota manuscrita:

“Clara, no eres fraude. Eres singular.”

Clara no recuerda haberlo escrito.

Pero ya no le importa.

Empieza a creerlo.

—– xxx —-

 ¿Y tú?

¿Has sentido que tus días se miden en rendimiento?

¿Te has llamado “fraude” en voz baja?

¿Tienes un “margen” donde dibujarte fuera de lo que se espera?

Puedes dejarlo en los comentarios.

O escribirlo solo para ti.

No todo lo útil debe compartirse, aunque se compartan tantas cosas completamente inútiles.

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About Carlos

Aunque crecí y trabajé en la gran ciudad, he vivido también en una zona rural en España y en Addis (Ethiopia). Me gusta dar paseos por el campo y la montaña. Disfruto con mi familia, con la lectura y cuando me dejo llego a escribir algo. Me gustan los escritores que escriben sobre escritores o sobre el proceso de escribir o de ser, como Paul Auster, Enrique Vila-Matas. Pero también paso buenos ratos con policiacos, sagas y comedias. Soy Doctor Ingeniero Agrónomo y Master en Evaluación y trabajo en temas relacionados metodologías de intervención en cooperación y desarrollo. He tenidos experiencias en cooperación internacional para el desarrollo a nivel ONGD , instituciones y organismos regionales, estatales y Universidades. He sido voluntario, investigador y consultor independiente en temas de desarrollo. He trabajado en temas relacionados con la evaluación de políticas de desarrollo para el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación en Madrid. He trabajado en temas de Evaluación, aprendizaje e investigación como freelance (independiente). He trabajado cuatro años para FAO en Ethiopía en refuerzo de espacios de coordinación, seguimiento y evaluación para la resiliencia…con PAHO/WHO y UNICEF América Latina reforzando capacidades en evaluación y aprendizaje Tengo otro blog igual de raro: Aprendiendo a Aprender para el Desarrollo (TripleAD) https://triplead.blog/
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